Lunes 16 de noviembre
Hagan todas las cosas para la gloria de Dios (1 :Cor. 1031).
Debemos tener cuidado de que nuestras palabras y acciones no hagan tropezar a nadie (Efe. 4:29). Si amamos al prójimo, no haremos nada que estorbe el progreso espiritual de las personas que tienen culturas y antecedentes distintos a los nuestros. A menudo eso exige que estemos dispuestos a ceder (1 Cor. 10:32, 33). El amor a Jehová nos ayuda a vencer el orgullo. Tras una discusión que tuvieron los apóstoles acerca de quién era el más importante, Jesús puso a un niño en medio de ellos y les dijo: “Cualquiera que reciba a este niñito sobre la base de mi nombre, a mí me recibe también, y cualquiera que me recibe a mí, recibe también al que me envió. Porque el que se porta como uno de los menores entre todos ustedes es el que es grande” (Luc. 9:48; Mar. 9:36). A algunos de nosotros tal vez nos resulte muy difícil portarnos como “uno de los menores”, pues la imperfección y la inclinación al orgullo pueden hacer que queramos sobresalir. La humildad, en cambio, nos ayudará a ceder y dar honra a los demás (Rom. 12:10). w08 15/3 1:7, 8
16 de noviembre de 2009
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